Más Allá de la Percepción: Entendiendo la Diferencia entre Pensamiento Esquizofrénico y Adictivo

Los esquizofrénicos no se dan cuenta de que sus procesos de pensamiento son diferentes de los de la mayoría de la gente. No entienden por qué los demás se niegan a reconocerlos como el Mesias o la víctima de una conspiración mundial. Sin embargo, muchas personas, incluso los terapeutas, pueden discutir con un esquizofrénico y frustrarse cuando la persona no logra aceptar la validez de sus argumentos. Pero eso equivale a pedirle a un daltoniano que distinga colores.

Sin embargo, el pensamiento del esquizofrénico es tan obviamente irracional que la mayoría de nosotros lo reconocemos claramente como tal. Es posible que no podamos comunicarnos eficazmente con él, pero por lo menos no nos engañan los delirios que crea en su mente. Con más frecuencia caemos en la relativa sutileza de las distorsiones causadas por el pensamiento adictivo.

De qué manera las enfermedades adictivas se parecen a la esquizofrenia
Algunas veces a las personas con enfermedades adictivas se les diagnostica erróneamente como esquizofrénicas.

Pueden presentar algunos síntomas idénticos, como:

• Delirios de enfermedades
• Delirios persecución
• Alucinaciones
• Estados de humor inapropiados
• Conducta muy anormal

Sin embargo, todos estos síntomas pueden ser manifestaciones de los efectos tóxicos de las sustancias químicas en el cerebro. Estas personas presentan lo que se llama una psicosis químicamente inducida, que puede parecerse pero no es esquizofrenia. Estos síntomas suelen desaparecer cuando se ha mitigado la toxicidad química y la química cerebral vuelve a la normalidad.

Sin embargo, es posible que el esquizofrénico consuma alcohol u otras drogas activamente, lo cual presenta un problema muy dificil de tratamiento. Puede ser que requiera un mantenimiento a largo plazo con fuertes medicamentos antipsicóticos. Además, es probable que quien padece esquizofrenia no sea capaz de tolerar las técnicas de confrontación que suelen ser eficaces con los adictos en tratamiento. Los terapeutas les enseñan a desistir del escapismo y a utilizar sus habilidades para adaptarse eficazmente a la realidad. No se puede pedir esto al esquizofrénico, que carece de la capacidad de adaptación a la realidad.
En cierto sentido, tanto el adicto como el esquizofrénico parecen trenes descarrilados. Con cierto esfuerzo, el adicto puede volver a sus rieles. Lo más que puede lograrse es poner a esta persona en otros rieles que lo lleven a su destino. Estos otros rieles no son «directos». Tienen incontables entronques y desviaciones y en cualquier momento el esquizofrénico puede tomar un rumbo que no es el deseado. Se necesita constante vigilancia y guía para evitar dichos extravios y puede que se requieran medicamentos para frenar la velocidad del viaje y para mantenerlo en los rieles.

La confrontación con el pensamiento de un alcohólico, o de alguien con otra adicción, puede ser tan frustrante como tener que vérselas con un esquizofrénico. Así como no somos capaces de sacar al esquizofrénico de su convicción de ser el Mesias, no logramos que el alcohólico acepte que no es cierto que es un bebedor seguro y social, o un usuario seguro de tranquilizantes, o un consumidor «recreativo de marihuana y cocaína.

Por ejemplo, la persona que está cercana y observa a un alcohólico en etapa tardía (o cualquier otro adicto a fármacos) tiene ante si a una persona cuya vida se destroza continuamente; tal vez su salud física se está deteriorando, su vida familiar está en ruinas y su trabajo en peligro. Todos estos problemas se deben obviamente a los efectos del alcohol o de los demás fármacos, pero parece que el adicto es incapaz de darse cuenta de ello. Puede creer firmemente que su consumo de sustancias químicas nada tiene que ver con ninguno de esos problemas y parece impermeable a los argumentos lógicos de lo contrario.

Una diferencia clara entre el pensamiento adictivo y el esquizofrénico es la siguiente:

• El pensamiento esquizofrénico es flagrantemente absurdo
• el pensamiento adictivo tiene una lógica superficial que puede muy bien ser seductora y engañosa.

Es posible que el adicto no siempre sea tan intencionalmente tolerante como lo piensan los demás. No es forzoso que esté engañando a los demás en forma consciente y deliberada, aunque a veces ocurre. A menudo los adictos caen en el juego de su propio pensamiento, engañándose en realidad a sí mismos.

Sobre todo en las etapas iniciales de la adicción, la perspectiva y la estimación del adicto a lo que está sucediendo puede parecer superficialmente razonable. Como ya lo dijimos, muchas personas caen en el juego del razonamiento adictivo. Asi, es probable que la familia de un adicto vea las cosas a la «manera del pensamiento adictivo» durante mucho tiempo. El adicto parecerá convincente ante sus amigos, sacerdote jefe, médico o hasta psicoterapeuta. Cada una de sus afirmaciones parece tener sentido: hasta sus largos relatos de hechos pueden ser coherentes.

Francisco Oregel
Francisco Oregelhttps://terapia.social
Soy Francisco Campos Oregel, un apasionado psicólogo y terapeuta con más de 10 años de experiencia en el campo de la salud mental. Mi enfoque holístico define mi práctica, donde abordo aspectos emocionales, mentales y espirituales para promover un bienestar integral. Mi objetivo es facilitar la búsqueda de armonía y equilibrio en la vida de quienes confían en mi guía.

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