Al entrevistar a Ray, un joven que había ingresado a una unidad de rehabilitación por drogadicción, le pregunté: «¿Qué te llevó a decidir que era el momento de abordar el problema?»
«Consumí cocaína durante algunos años», me respondió Ray, «y a veces lograba pasar varias semanas sin recurrir a ella, pero nunca antes había considerado dejarla por completo».
«Durante el último año, mi esposa me ha estado presionando para que la deje por completo. Ella también solía consumir cocaína, pero hace varios años que la dejó. Finalmente, llegué al punto en el que las peleas que teníamos ya no justificaban el consumo de cocaína, así que decidí dejarla por completo».
«Sinceramente, quería dejarla de una vez por todas, pero después de dos semanas volví a caer en ella, y eso me hizo darme cuenta de algo. No soy estúpido. Ahora sé que tal vez me resulte absolutamente imposible dejarla por mí mismo».
Repetí varias veces la última frase de Ray porque quería que entendiera lo que acababa de expresar. Sin embargo, no pudo captar el punto que intentaba señalarle.
Le dije: «Es lógico pensar: ‘Tal vez pueda dejarlo solo’. También es lógico pensar: ‘Me resulta absolutamente imposible dejarlo solo’. Pero decir: ‘Ahora sé que tal vez me resulte absolutamente imposible dejarla por mí mismo’, es absurdo porque es contradictorio en sí mismo. No puede ser absolutamente imposible y tal vez posible al mismo tiempo. Sin embargo, Ray no podía comprender mi punto».
He repetido esta conversación con muchas personas, e incluso terapeutas experimentados no muestran inicialmente ninguna reacción, esperando descubrir dónde está la broma. Solo después de señalar la contradicción entre «absolutamente imposible» y «tal vez» perciben lo absurdo de la frase y la distorsión del pensamiento que experimenta este hombre.
La distorsión del pensamiento es un fenómeno reconocido en el contexto de la adicción. Fue identificado por primera vez por Alcohólicos Anónimos, quienes acuñaron el término descriptivo de «pensamiento desagradable». Los veteranos de AA utilizan este término para describir a los «borrachos secos», es decir, a los alcohólicos que se abstienen de beber pero mantienen un comportamiento similar al de un bebedor activo.
Sin embargo, las distorsiones del pensamiento no se limitan a los trastornos de los adictos, ni están necesariamente relacionadas únicamente con el consumo de sustancias químicas. Es posible observar este tipo de pensamiento en personas que enfrentan otros problemas de adaptación.
Por ejemplo, una joven se retrasaba para entregar su examen de una materia.
«¿Por qué no has terminado?» le pregunté.
«Ya lo terminé», me dijo.
«Entonces, ¿por qué no me lo has entregado?» le inquirí.
«Porque necesito trabajar un poco más en él», respondió.
«Pero pensé que ya lo habías acabado», le señalé.
«Así es», afirmó.
Aunque su respuesta parece ilógica para la mayoría de las personas, puede tener sentido para alguien que experimenta un proceso de pensamiento adictivo. Además, aunque el pensamiento distorsionado no siempre indica adicción, la intensidad y la regularidad de este tipo de pensamiento son muy comunes en los adictos.
Todos reconocemos que las afirmaciones «Ya terminé mi examen» y «Todavía necesito trabajar un poco más en él» son contradictorias. Pero la frase de Ray, «Ahora sé que tal vez me resulte absolutamente imposible dejarla por mí mismo», puede no parecernos absurda a primera vista si no nos detenemos a analizarla. En una conversación normal, a menudo no disponemos de tiempo para analizar detenidamente lo que escuchamos, lo que puede llevarnos a aceptar como razonables afirmaciones que carecen de sentido.
A veces, estas contradicciones pueden ser aún más sutiles. Por ejemplo, cuando se le preguntó a una mujer si había resuelto todos los conflictos relacionados con su divorcio, respondió: «Eso creo». A simple vista, su respuesta no parece absurda, pero al analizarla más detenidamente, se revela como una expresión de incertidumbre y falta de resolución.
El punto principal del texto es destacar la distorsión del pensamiento que ocurre en personas que luchan contra la adicción, así como en otros contextos de problemas de adaptación. Se utiliza un ejemplo específico con Ray, un individuo que lucha con la adicción a la cocaína, para ilustrar cómo su pensamiento se ve afectado por esta condición. A través de la conversación con Ray y otros ejemplos, el texto resalta cómo las personas pueden expresar afirmaciones contradictorias o ilógicas debido a patrones de pensamiento distorsionados.
Además, se señala cómo estas distorsiones pueden no ser exclusivas de los adictos, sino que también pueden ocurrir en otras situaciones de estrés o dificultad emocional. El texto subraya la importancia de reconocer estas distorsiones y analizarlas cuidadosamente para comprender mejor las experiencias y necesidades de las personas que las experimentan.
